Creo no saber cómo empezar la carta de este mes. Podría ser que te escriba más a menudo, o que ya no te escriba jamás. Es doloroso y confuso saber cómo todo se acaba tan rápido, así como cuando la lluvia refrescante termina y vuelve el calor, o como cuando el esplendor del arcoíris desaparece, como cuando la hora dorada llega a su final, y como hoy me lo demostró tu amor. Lo efímero que fuimos no se me sale de la piel, de los labios y menos del corazón. Aunque me pregunto si 2190 días se considera efímero; lo digo porque tengo memoria de haberme caído en el infinito de tus ojos desde aquel viejo enero de la adolescencia en que te conocí y me dijiste tu nombre. Tantos recuerdos no se borran en 25 días y menos se borran en otros besos, o eso es lo que pienso yo. Ojalá el día que mis ojos vuelvan a ver tu sonrisa, ya no me cause sino una sorpresa de saber cómo pasa el tiempo y c ó mo la velocidad de los días sanan el corazón, aunque a veces deseo jamás volverte a ver. Aunque a veces al es...
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