Estaciones del Año

Los días se me fueron como agua entre las manos... y mírame admirarte con tanta ternura y lucidez entre sentimientos que me emborrachan con su intensidad. 365 días y solo sé que los sube y baja de este año han dejado su sonrisa y cicatrices en mi piel húmeda que se estremece al recordar que otro año ya se fue. He crecido unos días, y me volví una niña con berrinches e inventos por ratos también; perdí el amor más de una vez... porque el amor duele sin saber por qué. Te has de quedar en mi corazón todas las noches de marzo, de abril o talvez de julio, en los calores de septiembre o el frío noviembre, pero en un diciembre por supuesto te recordaré. Sobre los pies descalzos ya cae un aguaje refrescante al cruzar los caminos que me llevan a la acogedora casa que fue una vez mi mundo feliz, donde conquistaba ejércitos y era militar de las flores y árboles que hoy han de verme con total nostalgia de ver cómo otros 365 días han pasado una vez más. Bajo este castillo de sentimientos y diáfanos...

Navidad me parece una esperanza para poder decir que amas a quienes amas, que agradeces a  quienes agradeces y por lo que agradeces, pero así también para dejar ir, en medio de adioses y vestidos de gala.   Los días parecen ir volando y, lo único que mi corazón ha querido hoy es volver al lugar donde crecí jugando a las escondidas, corriendo sin miedo a lo que hubiera enfrente y por supuesto con mi cómplice de siempre, a quien ahora extraño como no podría expresarlo jamás.  Las ganas que he tenido de dormir en mi lugar seguro me persiguen por todas partes y no quiero quedarme solo con una punzada en el corazón del porque no salir a buscarte. Quiero decir, en todo caso, que el foráneo ama tanto cuanto más lejos esta y más presente lo siente, es por eso me declaro una foránea de tu corazón. Quiero volver y abrazar a mamá, molestar a papá con mis tonterías, y ser la niñita de mis hermanos a quienes les causa gracia mis disparates y alegrías.  No me iré de este ...

Diciembre. He caído de golpe a mi realidad de venir y saber que diciembre está aquí, está aquí una vez más, y aunque las luces brillan con tanta intensidad, no me alegran tanto la vida como me la alegraba tu compañía. Anoche le hablé a la luna de mis suspiros ahogados y leves, de los dolores de mi corazón y la rutina de desesperación que desde que todo acabó, empezó a aparecer con más frecuencia.  El frío ha llegado una vez más, y puedo asegurar que ni la magnitud de su presencia se compara al frío que los recuerdos me causan. También le conté cómo anhelaba darte una explicación, porque sé que la necesitabas... justo como yo la merecía y necesitaba hace un par de años atrás.  Dulce navidad llena de deseos, de sueños y memorias que han de dibujar fracasos y victorias de los días que ya no volverán.